La rica fauna de la fachaesfera

El homófobo.

En el mundo de la fachaesfera la familia tradicional, el concepto patriarcal y monolítico de padre, madre e hijos, adquiere una importancia nuclear, cuasi metafísica, en el ordenamiento social de unas estructuras que hunden sus raíces en la misma génesis del Cosmos; con sus mandatos heterosexuales en equilibrio entre estrellas de neutrones y púlsares, en delimitación de abismos de espacio y tiempo. Vamos, que toda alternativa a la familia, tal y como Dios manda, es un atentado al orden cosmológico y al propio equilibrio del Universo.

Y como el nuevo orden mundial, blasfemo y satánico a partes iguales, requiere de un control poblacional exhaustivo, de lo contrario nos vamos al carajo, las élites globalistas promueven y difunden la homosexualidad con el propósito inconfeso de desescalar la demografía galopante que amenaza con consumir los recursos del planeta.

Sin salir de la mente de un homófobo clásico, la agenda LGTBI (acrónimo de lesbianas, gais, transgéneros, bisexuales, intersexuales) aspira a implantar desde la escuela, a través del turbio adoctrinamiento de los niños, toda una ideología de género que pone en duda la bipolaridad de las identidades sexuales, intentando promover con ello la homosexualidad desde la más tierna infancia.

Tan sólo hay una forma de lo masculino y lo femenino, razona el homófobo. El hombre debe estar cortado de una sola pieza, sin matices que descubran mariposeos o plumones varios. Un hombre como es debido ni siquiera puede apreciar la belleza cuando ésta proviene de su mismo sexo, debido al anatema de sentirse atraído por una polla, no es capaz ni de tocar la suya propia sin sentir un tremendo remordimiento bien aliñado con un frondoso complejo de culpa. Tal es el calvario en el que vive el homófobo, el hombre sin matices, sin inclinaciones extrañas, esculpido a partir de un único molde granítico. En cuanto a las hembras, deben sustraerse a todo tipo de veleidades personales y limitarse a ser simples florecillas sin aroma, hermosos jarrones dispuestos en el salón familiar con el único propósito de complacer al varón, de potenciar su estatus (si lo tiene) y perpetuar su linaje.

El hecho de que las parejas homosexuales puedan establecerse legalmente como tales, permitiéndoseles el acceso a la adopción, es la mayor pesadilla del homófobo. Hay que librar a los niños de la nauseabunda ideología de la inclusión, de la tolerancia, de esa sarta de necedades promovidas por las nenazas bajo el paraguas de un buenismo trasnochado. Cerrar sus mentes en los primeros estadios de su vida, de lo contrario la sociedad en la que vive el homófobo puede volverse irreconocible en pocas décadas. Sin lugar a dudas, los tiempos actuales podrían llegar a transformarse en un lugar lleno de paz y concordia, embadurnados de una armonía social meliflua, propensos a la arcada y al deterioro genético.

A la homosexualidad se la puede tolerar siempre que este bien cerrada en un armario, y si acaso se atreviera a violentar la cerradura, ahí están los tratamientos psicológicos destinados a reorientar la conducta. La homosexualidad es una desviación, una parafilia, un desorden sexual que pone en peligro los cimientos del propio Universo.

Palabras y conceptos que más detesta el homófobo: ideología de género. La ideología de género es un término que utiliza la fachaesfera de manera negativa y despectiva para cancelar o desestimar la diversidad sexual y de género a la que se han ido abriendo las sociedades, las culturas y las naciones.

Al denominarla ideología se hace referencia al carácter dogmático que se presupone respecto a las ideas de igualdad, empoderamiento y respeto de la vivencia personal de la identidad y la sexualidad. Se rechazan los movimientos feministas y de la diversidad argumentando que van en contra de la naturaleza y de la familia y que operan poniendo en peligro el orden social establecido.

La ideología de género no existe como categoría dentro de las ciencias sociales, es un constructo de la derecha más combativa que lo único que busca es denostar las reivindicaciones de los derechos de las mujeres y de la diversidad sexual.

Libro recomendado: Ni enfermos ni pecadores: la violencia silenciada de las “terapias de conversión” en España, de Saúl Castro. Las «terapias de conversión» son esas prácticas pseudocientíficas (inútiles, pero altamente peligrosas) que se han perpetrado en nuestro país desde distintas instancias, con la intención de engañar sobre la posibilidad de modificar o suprimir la expresión e identidad de género o la orientación sexual de las personas.

El libro desvela la incidencia real de este fenómeno en España y la identidad de los perpetradores de estas terapias, así como sus redes de apoyo transnacional; da voz a las víctimas y denuncia la responsabilidad de las instituciones por su pasividad y negligencia y de los medios de comunicación, centrados en el amarillismo y en la búsqueda de titulares. También examina la situación legal de los afectados, las vías de lucha contra la impunidad y la razón por la que estas terapias no se han investigado hasta ahora.

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