La rica fauna de la fachaesfera

La rica fauna de la fachaesfera

El pichaherida.

Machista en horas bajas, el pichaherida se siente amenazado por la igualdad entre ambos sexos. Eso de perder privilegios a base de equilibrar salarios con el sexo opuesto, compartir faenas domésticas o cuidar de la prole, cosas de mujeres, le solivianta y perturba por igual. La tradición es la tradición, algo que jamás debe joderse, y sino que se lo pregunten al alcaide Brubaker tras la perorata del empresario maderero.

Pues a lo que íbamos, la tradición manda que, al rey de la casa, es decir, al varón fundador del patriarcado doméstico, no le falte la cena en la mesa tan pronto llega a su castillo tras una dura jornada competitiva, sumida en la jerarquía social imperante. Cosa que hoy día, después de la emancipación económica de la mujer, es cada vez más improbable.  

Razón suficiente para que nuestro machirulo lamente día tras día la pérdida de su poder a manos de las funestas feminazis. Y no es para menos, si Dios quisiera igualdad entre los sexos no hubiera dotado a los hombres de un 16 % más de masa muscular, por término medio, en relación con la intrínseca debilidad anatómica de las mujeres. Esa mayor dimensión del sistema muscular dota a los machos de espalda plateada de la especie homo sapiens, de la posibilidad de usar la fuerza en cuanto convenga a sus intereses, sin esperar demasiada resistencia por lo que respecta a la parte oponente. Y ya se sabe, un buen sopapo a tiempo arregla todo cuando el diálogo y el razonamiento no alcanzan. Dos cualidades de las que el machirulo (y por ende el pichaherida) anda escaso. Por lo que respecta al espécimen que nos ocupa, cuando la inteligencia no alcanza ahí está la testosterona.

Palabros y conceptos que provocan espumarajos y espasmos musculares en el pichaherida: masculinidad tóxica, micromachismos (¿penalizar los piropos?, ¿nos hemos vuelto locos?), patriarcado… en general, toda la jerga utilizada por el movimiento feminista.

Palabro más utilizado por el personaje: feminazi. Pero no se equivoquen, no se refieren a las hienas de Ravensbrück, las custodias femeninas del cuerpo SS que martirizaban a las reclusas del campo de concentración nazi. No, no va por ahí la cosa, las feminazis son todas esas que utilizan la jerga mencionada y que nunca se acostarán con uno porque son todas unas bolleras. Según el criterio del pichaherida. Que todo hay que decirlo, ya que la ironía (su entendimiento) murió junto a la comprensión lectora.

Libro destacado: “El otoño del patriarca” de Gabriel García Márquez. Una alegoría de la senectud y muerte del franquismo. «Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior, y en la madrugada del lunes la ciudad despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza.» Eso es lo que le espera al querido patriarcado del pichaherida: la podredumbre. Y eso es lo que le aterra.   

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